La flora que integra la vegetación de una localidad en cualquier parte del mundo, tiene características morfológicas, de hábito (hierbas, árboles, etc.) y fenológicas (caducifolia, siempreverde, etc.) que confieren al paisaje de esa localidad una serie de características distintivas.
Las especies nativas de Costa Rica, tienen una serie de beneficios que deberían ser tomados en cuenta a la hora de escoger qué árboles plantar, primero son parte de la herencia cultural del país y forman parte del paisaje autóctono costarricense, requieren menos agua y menos agroquímicos, y sin duda contribuyen con la biodiversidad del ecosistema, en esta sección podrá conocer especies nativas de Costa Rica.
Nuestro suelo, tan rico y variado, ha aceptado la implantación de muchas especies procedentes de todo el planeta. Algunas de ellas se han adaptado tan bien y han desarrollado tal empatía con las especies de aves, monos, mariposas y otras plantas nativas, que se han hecho acreedoras a una carta de naturalización. Tal es el caso del malinche, la caña fístula y la jacaranda. Entre todos estos migrantes resaltan algunos que es bueno tener en cuenta, unos por la belleza de su floración, otros por la amenaza que constituyen para nuestros ecosistemas nativos. Indudablemente, algunas de estas especies han llegado a ser parte de nuestra cultura, pero desde el punto de vista ecológico, recomendamos siempre las especies nativas sobre las importadas, pues atraen fauna silvestre y tienen menores costos de mantenimiento y riego, aparte de que con ello preservamos nuestro paisaje autóctono. La sombra del café Si bien nuestros campesinos conocían y disfrutaban desde siempre de la belleza y valor nutricional de las flores del poró tico, o poró enano (Erythrina berteroana), desde inicios del siglo XX comenzó la importación y reproducción local de otra especie de poró: el gigante, también conocido precisamente como poró extranjero (Erythrina poeppigiana)., que hasta fue inmortalizado en una bellísima estampilla. El motivo de esta invasión residió en las grandes cualidades de esta especie en la provisión de sombra para los cafetales, que cada vez cubrían zonas más vastas del valle central y del resto del país. En muy pocos años, el poró gigante se incorporó a nuestro paisaje, con tal intensidad que hoy es difícil imaginar nuestras montañas en verano sin esas espectaculares manchas de flores naranja y rojas, que cubren totalmente sus altas y deshojadas copas y que son un manjar para los pericos. Aunque hoy las variedades de cafetos utilizadas en Costa Rica son resistentes al sol, la presencia del poró gigante se mantiene intacta, gracias a su gran valor ornamental, pero duele ver el poco impulso que recibe nuestro tradicional poró tico, desplazado de las cercas vivas debido al desarrollo urbano. El incendio africano La llama del bosque (Spathodea campanulata) llegó a nuestro suelo cruzando el mar desde los bosques del África occidental y fue adoptada por dos razones: es un árbol de indudable belleza, con una floración hermosa y, además, se reproduce con tal facilidad que inclusive llegó a convertirse en una plaga, a falta de un adecuado control. Son árboles de hasta 25 metros de altura, con copas densas de un verde oscuro, sobre el que sus flores rojas, grandes y acampanadas, llegan a lucir como llamaradas, casi fosforescentes. Estas carnosas campánulas cubren el follaje varias veces al año, dependiendo de cada árbol, pero especialmente durante la época lluviosa. Si bien ya es una especie extendida por casi todo el territorio nacional, los especialistas recomiendan no reproducirla más, e incluso suprimir sus brotes, especialmente cerca de áreas protegidas o bosques primarios, pues al ser tan agresiva en su reproducción puede llegar a quitarle espacio a especies nativas en riesgo de extinción. También hay que tomar en cuenta que sus semillas pueden resultar tóxicas para algunas aves y su néctar es tóxico para las abejas y otros insectos. Este árbol es el mejor ejemplo de una especie que invadió el territorio nacional desplazando a especies nativas que aportan más al ecosistema local y contribuyen a la diversidad biológica. La seductora “llama del bosque” se cuenta dentro de las 100 especies más invasivas del mundo. Orgullo de la India Este es el nombre de una especie (Lagerstroemia speciosa) que llegó a nuestro país en épocas más recientes que el poró y la llama del bosque, pero que su atractiva floración la ha convertido en una “moda”. Parques y plazas, bulevares y patios por todo el valle central hoy se pintan de morado y rosado al inicio del invierno, con las flores que crecen de manera abundante, en especial en la parte superior de la copa de este bello árbol originario del sudeste asiático. En Filipinas y otros países se le conoce también por el nombre de “banabá”, bajo el cual se comercializa extractos y tés de sus hojas, utilizados por muchas personas en el mundo como coadyuvante para controlar el nivel de azúcar en la sangre, bajar de peso y disolver los cálculos renales. Al igual que la llama del bosque, esta hermosa especie arbórea debería mantenerse lejos de áreas protegidas y regularse de modo que no llegue a reemplazar la siembra de las especies nativas, propias de estos suelos, que son las más apropiadas para la preservación de nuestros ecosistemas.
reino plantas
botanica
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anatomia plantas
......vegetacion de costa rica: luis diego gomez pignataro.........
........fitogeografia Werkcle.........
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Flora y Fauna Flora gimnospermas y angiospermas
Las especies nativas de Costa Rica, tienen una serie de beneficios que deberían ser tomados en cuenta a la hora de escoger qué árboles plantar, primero son parte de la herencia cultural del país y forman parte del paisaje autóctono costarricense, requieren menos agua y menos agroquímicos, y sin duda contribuyen con la biodiversidad del ecosistema, en esta sección podrá conocer especies nativas de Costa Rica.
Nuestro suelo, tan rico y variado, ha aceptado la implantación de muchas especies procedentes de todo el planeta. Algunas de ellas se han adaptado tan bien y han desarrollado tal empatía con las especies de aves, monos, mariposas y otras plantas nativas, que se han hecho acreedoras a una carta de naturalización. Tal es el caso del malinche, la caña fístula y la jacaranda. Entre todos estos migrantes resaltan algunos que es bueno tener en cuenta, unos por la belleza de su floración, otros por la amenaza que constituyen para nuestros ecosistemas nativos. Indudablemente, algunas de estas especies han llegado a ser parte de nuestra cultura, pero desde el punto de vista ecológico, recomendamos siempre las especies nativas sobre las importadas, pues atraen fauna silvestre y tienen menores costos de mantenimiento y riego, aparte de que con ello preservamos nuestro paisaje autóctono. La sombra del café Si bien nuestros campesinos conocían y disfrutaban desde siempre de la belleza y valor nutricional de las flores del poró tico, o poró enano (Erythrina berteroana), desde inicios del siglo XX comenzó la importación y reproducción local de otra especie de poró: el gigante, también conocido precisamente como poró extranjero (Erythrina poeppigiana)., que hasta fue inmortalizado en una bellísima estampilla. El motivo de esta invasión residió en las grandes cualidades de esta especie en la provisión de sombra para los cafetales, que cada vez cubrían zonas más vastas del valle central y del resto del país. En muy pocos años, el poró gigante se incorporó a nuestro paisaje, con tal intensidad que hoy es difícil imaginar nuestras montañas en verano sin esas espectaculares manchas de flores naranja y rojas, que cubren totalmente sus altas y deshojadas copas y que son un manjar para los pericos. Aunque hoy las variedades de cafetos utilizadas en Costa Rica son resistentes al sol, la presencia del poró gigante se mantiene intacta, gracias a su gran valor ornamental, pero duele ver el poco impulso que recibe nuestro tradicional poró tico, desplazado de las cercas vivas debido al desarrollo urbano. El incendio africano La llama del bosque (Spathodea campanulata) llegó a nuestro suelo cruzando el mar desde los bosques del África occidental y fue adoptada por dos razones: es un árbol de indudable belleza, con una floración hermosa y, además, se reproduce con tal facilidad que inclusive llegó a convertirse en una plaga, a falta de un adecuado control. Son árboles de hasta 25 metros de altura, con copas densas de un verde oscuro, sobre el que sus flores rojas, grandes y acampanadas, llegan a lucir como llamaradas, casi fosforescentes. Estas carnosas campánulas cubren el follaje varias veces al año, dependiendo de cada árbol, pero especialmente durante la época lluviosa. Si bien ya es una especie extendida por casi todo el territorio nacional, los especialistas recomiendan no reproducirla más, e incluso suprimir sus brotes, especialmente cerca de áreas protegidas o bosques primarios, pues al ser tan agresiva en su reproducción puede llegar a quitarle espacio a especies nativas en riesgo de extinción. También hay que tomar en cuenta que sus semillas pueden resultar tóxicas para algunas aves y su néctar es tóxico para las abejas y otros insectos. Este árbol es el mejor ejemplo de una especie que invadió el territorio nacional desplazando a especies nativas que aportan más al ecosistema local y contribuyen a la diversidad biológica. La seductora “llama del bosque” se cuenta dentro de las 100 especies más invasivas del mundo. Orgullo de la India Este es el nombre de una especie (Lagerstroemia speciosa) que llegó a nuestro país en épocas más recientes que el poró y la llama del bosque, pero que su atractiva floración la ha convertido en una “moda”. Parques y plazas, bulevares y patios por todo el valle central hoy se pintan de morado y rosado al inicio del invierno, con las flores que crecen de manera abundante, en especial en la parte superior de la copa de este bello árbol originario del sudeste asiático. En Filipinas y otros países se le conoce también por el nombre de “banabá”, bajo el cual se comercializa extractos y tés de sus hojas, utilizados por muchas personas en el mundo como coadyuvante para controlar el nivel de azúcar en la sangre, bajar de peso y disolver los cálculos renales. Al igual que la llama del bosque, esta hermosa especie arbórea debería mantenerse lejos de áreas protegidas y regularse de modo que no llegue a reemplazar la siembra de las especies nativas, propias de estos suelos, que son las más apropiadas para la preservación de nuestros ecosistemas.
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